Tres horas de trabajo junto al cadáver de una compañera: «Nos dicen que sigamos cogiendo llamadas»
Inmaculada falleció en el call center donde trabajaba. Un deceso que, durante horas, no interrumpió la actividad laboral.
El 13 de junio parecía una mañana como otra cualquiera en la sexta planta del número 26 de la calle San Romualdo, en el madrileño barrio de Canillas, cuando de imprevisto sobrevino la tragedia. Poco después de la una del mediodía, Inmaculada, una teleoperadora de mediana edad contratada por la empresa Konecta para dar servicio a las incidencias de Iberdrola, se desploma sin previo aviso en su puesto de trabajo.
Inmediatamente, sus compañeros intentaron reanimarla mientras llamaron al Samur. Sin embargo, pese a su rápida intervención, los servicios sanitarios solo pudieron declararla muerta en su lugar de trabajo. «Los del Samur no pudieron hacer nada. La taparon con una manta y se marcharon», relatan fuentes de la CGT, uno de los sindicatos que junto a UGT y USO han denunciado este caso.
Mientras la escena de horror continuaba, comenzaron a circular los WhatsApp entre los grupos de trabajadores y delegados sindicales. «Un compañero dijo: ‘Nos vamos a tener que ir’», recuerdan fuentes de CGT a GRAN MADRID. Sin embargo, para que la premonición del emisor del mensaje se cumpliese, aún tendrían que pasar unas cuantas horas. «¿Ha pasado algo?», le inquirieron desde el chat. «Sí, ha fallecido una compañera… y seguimos haciendo llamadas», respondió. «Nosotros no dábamos crédito y volvimos a preguntarle», prosiguen desde CGT: «¿Estáis cogiendo llamadas?’ ‘Sí, nos dicen que sigamos cogiendo llamadas‘».
Durante horas, los trabajadores del call center estuvieron respondiendo a las incidencias de los clientes de Iberdrola mientras que el cuerpo sin vida de su compañera se encontraba tapado por una manta. «¡Somos un servicio esencial!», les repitieron a los empleados con insistencia para que no abandonasen su puesto de trabajo. «Algunos sí que lo hicieron, otros se encontraban en estado de shock por lo sucedido… Pero la inmensa mayoría siguió trabajando», recuerdan desde el sindicato.
Ante lo insólito de la situación, un delegado sindical se desplaza desde un servicio cercano hasta la sexta planta del número 26 de la calle San Romualdo y se encuentra con «un servicio normal, quizá con alguna plataforma vacía pero un servicio normal», insisten. Al irrumpir en escena, los agentes de Policía pidieron al delegado sindical que se identificase y éste pidió a los agentes que «por favor desalojaran el edificio», inciden. Sin embargo, los policías le respondieron no tener «potestad» para ello.
Después llegó hasta la sexta planta el responsable de Prevención de Riesgos Laborales de la empresa y pidió «parar el servicio», que los teleoperadores dejasen, por fin, de trabajar. «Cerca de las cuatro menos cuarto o las cuatro menos veinte se desconectó la última persona», recuerdan desde CGT. Finalmente, tres horas después de morir, en torno a las cuatro de la tarde, se produjo el levantamiento del cadáver de Inmaculada.
Una escena «de terror», según describen sus compañeros, que denuncian encontrarse sometidos a un fuerte estrés laboral en el sector de telemárketing:«Solo se nos permite descansar 10 segundos entre llamada y llamada y una pausa de cinco minutos para cuidar la vista cada hora». La muerte de Inmaculada ha provocado que Defensor del Paciente haya pedido a la Fiscalía Superior de Madrid que abra una investigación.